La narrativa está guiada por La Catrina, símbolo mexicano por excelencia, quien conduce al público a través de la simbología de los elementos que integran la ofrenda y el altar de muertos, acompañados de danzas folclóricas típicas de los estados de la República. Se interpretan temas como “Cielito Lindo” y “La Llorona”, en una representación visual y gráfica de lo que México vive cada noviembre: calles teñidas de color naranja y el aroma de cempasúchil, chocolate y pan de muerto en el ambiente.
Inspirado en las palabras de Frida Kahlo, “Yo no pinto, yo soy mis pinturas”, el espectáculo incluye además la creación de una gran ofrenda que se va formando durante la obra, convirtiéndose en un elemento visual emblemático y característico de esta festividad.